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Las Langhe ofrecen un paisaje singular, moldeado por siglos de trabajo agrícola y embellecido por pueblos intactos, castillos, colinas ordenadas y filas de viñedos que cambian de color con las estaciones. Aquí, la naturaleza se entrelaza con la cultura gastronómica en un equilibrio perfecto, brindando vistas espectaculares y un ritmo de vida pausado y auténtico.
La región es famosa por sus vinos renombrados, como Barolo, Barbaresco y Dolcetto, que se pueden degustar directamente en las bodegas locales, muchas de ellas de carácter familiar. Las visitas son oportunidades para descubrir historias, métodos ancestrales y la pasión de quienes preservan un conocimiento que se transmite de generación en generación. Junto a los vinos, las Langhe ofrecen productos de excelencia como las avellanas IGP, los quesos locales, la trufa blanca de Alba y una cocina campesina rica en sabores auténticos e intensos, que se pueden disfrutar en las numerosas casas rurales y pequeños restaurantes esparcidos por las colinas.
Los amantes de la actividad al aire libre encontrarán senderos bien señalizados para hacer senderismo y ciclismo, entre bosques, viñedos y paisajes impresionantes. Las rutas son aptas para todos y pueden explorarse también con bicicletas eléctricas, gracias a itinerarios digitales de fácil acceso. Para quienes prefieren descubrir la zona en moto o en coche, las carreteras panorámicas conducen a pequeños pueblos llenos de encanto, mercadillos, ferias estacionales y fiestas locales.
Imprescindible es el recorrido de las Big Bench, los grandes bancos de colores situados en los puntos más escénicos de la región, surgidos de una idea del artista Chris Bangle. Sentarse en uno de ellos, con la vista abarcando las colinas, es una experiencia que combina juego y asombro.
Las Langhe no son solo un destino, sino un estilo de vida: aquí todo invita a desacelerar, observar y saborear. Cada rincón cuenta una historia y cada visita se convierte en un recuerdo.
*Distancias a vista de pájaro